miércoles, 31 de diciembre de 2008

"La Navidad no es una fecha... Es un estado de la mente".



"La Navidad no es una fecha... Es un estado de la mente".

Un año más las calles se llenan de luces de colores, vuelven la lotería y las especialidades Ferrero -¡ah, no! ¡Si llevan a la venta desde el verano!- y gigantescos Papás Noeles “adornan” los balcones y terrazas de las casas en estas señaladas fechas.

Pero ¿qué fechas son estas? Ya, estamos en Navidad, aunque seguro que la Navidad no tiene el mismo significado para todo el mundo: hay quien dice que estas fiestas son puramente religiosas (los más meapilas), y que solo deberían celebrarlas aquellos que van a misa los domingos y siguen la doctrina de la fe cristiana (“Y tú, ¿por qué tienes Reyes? ¡Si no eres creyente!”); otros sostienen que la Navidad es una época para pasarla en familia y solidarizarse por unos días con todos los males e injusticias que asolan a nuestra sociedad (lo llaman espíritu navideño); también hay gente para la cual estas fechas significan juerga permanente, elegantes trajes, adornos desmesurados y el feroz consumismo de las llamadas “compras de Navidad”; y otros simplemente afirman no sentir nada especial por la Navidad. Quienes sostienen esto último mienten, o al menos no son del todo sinceros, pues, en el fondo, estas fechas significan algo para todos, puede ser un sentimiento más o menos intenso, de alegría, de nostalgia, de soledad, de cariño… pero un sentimiento al fin y al cabo.

Para mí, la Navidad es una época especial, y no porque me guste estar con la familia, ya que siempre me agrada disfrutar de su compañía; no porque me acuerde de todos los desamparados de este mundo, pues creo que la solidaridad no está reñida con la época del año en la que uno se encuentra; no por los regalos, por las cenas, por los adornos, no. Y mucho menos por la cristiana hipocresía que a muchos asalta en estas fechas. Nada de eso. Tal vez en un principio esta fiesta tuviera un significado religioso, pero hoy día poca gente reza más a su dios que en otras fechas cualesquiera. Para mí la Navidad es una época en la que te das cuenta de la gente que te quiere, y te sientes afortunado por ello, y disfrutas de la compañía de tus seres queridos, y reflexionas sobre lo que has hecho bien ese año, y sobre lo que tienes que mejorar para el próximo. Y si esto es así para los demás también, ¿por qué no hacer que sea Navidad todo el año? Y no me refiero a engalanar Preciados, Sol y alrededores de luces y guirnaldas, sino al fondo de la cuestión: el espíritu navideño.

Pero la triste verdad es que, aun en Navidad, el mundo es igual que siempre: los ricos siguen siendo ricos, los pobres siguen siendo pobres, las guerras siguen siendo guerras, y los abusos de poder e injusticias sociales siguen siendo… eso, abusos e injusticias. Y todo esto a pesar de ese espíritu navideño que a todos nos invade y que nos hace más buenos, más justos, más cariñosos…

Con el tiempo la Navidad se convertirá en un mero negocio, pero eso sí, muy rentable, y una alegre fecha para las arcas de las grandes empresas y de los grandes almacenes. Y eso es porque en este mundo todo tiene precio… Incluso el espíritu navideño.

Quiero no obstante mandar un saludo y un fuerte abrazo a la gente que no ha perdido el verdadero espíritu navideño, el cual debería vivir en todos nosotros durante todo el año. Y a los demás… pues también. Aunque se hayan vendido a Babylon, ¡qué demonios, es Navidad! A todos unas felices fiestas y un próspero año nuevo, y esperemos que el próximo lo sea realmente para todos los ciudadanos del mundo, algo desgraciadamente utópico, pero por lo que vale la pena luchar.

martes, 16 de diciembre de 2008

Doble homenaje

Nunca ha existido un panorama cultural más rico en España que durante la Generación del 27, la llamada Edad de Plata. En mi opinión, incluso ha superado al mítico Siglo de Oro. El final de la década de los veinte y los años de la Segunda República fueron una época de esplendor cultural y artístico en la capital española. Los intelectuales españoles, junto con los franceses, se situaban a la cabeza de las vanguardias. Los cafés madrileños acogían a toda la pléyade de poetas, prosistas, críticos, dramaturgos, pintores, escultores... aunque las tertulias también tenían lugar en las casas de personajes distinguidos, como el poeta Vicente Aleixandre (en su casa de la calle Velintonia) o del cónsul chileno Carlos Morla Lynch, que residía enfrente del Parque del Retiro, y que publicó fragmentos de sus diarios agrupados bajo el título “En España con Federico García Lorca”. Últimamente se ha editado una versión más completa y resulta totalmente recomendable su lectura, pues Morla ha sabido plasmar en sus memorias la esencia de aquella época y de todos sus personajes, empezando por el propio García Lorca. Morla consigue humanizar a todos esos nombres que aparecen en los manuales de Literatura y que a menudo nos resultan tan distantes.

Sin embargo, algunos críticos defienden que el nombre correcto para referirse a esta etapa cultural española no es Generación del 27, sino Generación del 25. Luis Cernuda escribió un ensayo al respecto, en el que justificaba que 1925 fue el año en el que, aplicando una media sistemática, cada integrante de la Generación publicó su primera obra. Concretamente, en 1925 aparecieron “Tiempo”, de Emilio Prados; y “Marinero en tierra”, de Rafael Alberti.

La denominación de Generación del 27 fue idea de Gerardo Diego, que la llamó así en su famosa “Antología de la Generación del 27”. Escogió el año de 1927 porque en él se produjo un acontecimiento literario importante: el homenaje por el trescientos aniversario de la muerte de Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla, hace hoy exactamente ochenta y un años. El acto fue promovido por el célebre torero Ignacio Sánchez Mejías, a quien Lorca dedicaría su “Llanto”, y que siempre estuvo en contacto con los intelectuales del 27, llegando incluso a escribir obras de tono surrealista en sus últimos años de vida.



Hay un segundo motivo por el que el dieciséis de diciembre representa una fecha importante en la historia de la Literatura española. Hoy se cumplen ciento dieciséis años del nacimiento de Rafael Alberti Merello en el gaditano pueblo de El Puerto de Santa María, una noche de tormenta. El muchacho con vocación de pintor que, el mismo día en que murió su padre, descubrió que la poesía era su verdadero camino.

Y a partir de entonces, sin dejar de cultivar sus aficiones pictóricas, comenzó a cantar a su mar de Cádiz, ese del que le habían obligado a alejarse en su adolescencia. Gracias a su espíritu extrovertido y bondadoso, trabó amistad con el resto de integrantes de la Generación del 27 (Cernuda se le resistió). Afiliado al Partido Comunista, Alberti tuvo un papel destacado en la política y participó en las actividades de los Intelectuales Antifascistas durante la Guerra civil. Su desengaño amoroso con la pintora Maruja Mallo le sumió en una profunda melancolía de la cual surgió la desgarradora obra “Sobre los ángeles”. Pero poco después conoció a María Teresa León, la escritora que se convertiría en su amor eterno, y que le acompañaría durante su exilio a Argentina y Roma.

A su regreso a España, María Teresa comenzaba ya a sentir principios de alzheimer, y su memoria se fue deteriorando lentamente. Desde que ella murió, la soledad en la que quedó sumido Rafael le volvió vulnerable. Así fue como María Asunción Mateo se introdujo en su vida.

Hoy, resulta extremadamente complicado acceder a la obra de uno de los poetas más importantes de España, y también del mundo, y todo porque su heredera (Mª Asunción Mateo) exige precios elevadísimos. La hija de Rafael, Aitana Alberti, ha denunciado este hecho públicamente. Y es que realmente resulta triste que una obra tan sublime caiga en el olvido por intereses económicos.

jueves, 11 de diciembre de 2008

El best-seller mató a la estrella de la Literatura


El pasado viernes 5 de diciembre se estrenó en la cartelera la película “Crepúsculo”, inspirada en la exitosa novela de Stephenie Meyer. Se trata de la primera entrega de una saga compuesta de cuatro libros: "Crepúsculo", "Luna nueva", Eclipse" y "Amanecer"; que ya se ha convertido en un auténtico fenómeno mediático, como ocurrió con la célebre saga de Harry Potter. En cuanto al argumento, se centra en una historia de amor entre Bella Swan, una adolescente independiente y solitaria, y Edward Cullen, un vampiro que se niega a alimentarse de sangre humana; todo desarrollado en un ambiente de instituto al más puro estilo norteamericano, intercalando también una trama propia de literatura fantástica.

Los que hayan tenido ocasión de asistir al cine el día del estreno se habrán encontrado con un espectáculo que casi supera al de la propia película: decenas de fervorosos fans que aprovechaban la mínima ocasión para chillar, aplaudir y demostrar su pasión por los personajes, sin el más mínimo respeto por los espectadores que intentábamos ver la proyección. Realmente, las novelas de Meyer parecían ideales para ser llevadas a la gran pantalla, pues a menudo recuerdan más al típico guión de teleserie americana que al concepto clásico de literatura.

Sin embargo, ese concepto cada día se encuentra más difuso, encontrándonos como nos encontramos en la era del best-seller. ¿Realmente se puede considerar literatura a los miles de libros escritos con el simple fin comercial, que desde su nacimiento ya van dirigidos a un público masivo?

Actualmente nos encontramos con tres grandes tendencias dentro del best-seller. La más exitosa es, sin duda alguna, la de literatura fantástica, en la que se podría incluir la saga de "Crepúsculo", "Harry Potter" y los cientos de herederos de JRR Tolkien: la trilogía de "Eragon", "Las Crónicas de Narnia", "Memorias de Idhún" e incluso la interminable saga de "Dragonlance". Esta tendencia comenzó a popularizarse cuando El Señor de los Anillos fue llevado a la gran pantalla, comenzando así una auténtica subcultura en torno al fantástico mundo de Tolkien. Principalmente, estas sagas van dirigidas a un público adolescente o juvenil, pero cada vez son más los adultos que disfrutan intensamente de ellas.

Otra gran tendencia, increíblemente arrasadora en su día y que actualmente se haya en declive, es la novela histórica-arqueológica. Los argumentos son similares: un descubrimiento que puede cambiar el rumbo de la Historia, generalmente relacionado con la religión católica, que prueba la falsedad de alguno de sus mitos más tradicionales; siendo una obra artística célebre la que pone en pista a los investigadores. Sectas antiguas, documentos secretos, iglesias famosas… Lo que comenzó con "El código Da Vinci", de Dan Brown, se acabó convirtiendo en un fenómeno social con tramas en muchos casos carentes de originalidad, y títulos tales como "El último catón", "El Club Dante", "La hermandad de la Sábana Santa", "La Biblia de Barro", "El último merovingio", "Ángeles y demonios"…

Hay un tercer tema recurrente en lo que se refiere a best-sellers, que está empezando a alcanzar su auge desde hace algunos meses. Esta última tendencia se encuentra más camuflada, más alejada de nuestra posible visión del best-seller. Tiene un componente más sensible, más romántico. El argumento gira en torno a un escritor fracasado y anónimo, o en su defecto a una obra inédita de un autor que revela su historia secreta, generalmente dramática y sorprendente. Siempre es otra persona la que va siguiendo los pasos del escritor, y a menudo las experiencias vitales de este se repiten en la vida del protagonista. Me atrevería a afirmar que fue "La sombra del viento" (Carlos Ruiz Zafón) la que abrió las puertas a estos temas, siendo seguida por "La ladrona de libros", "El cuento número trece", "El juego del ángel" (la pésima segunda parte de La sombra del viento), "El ladrón de arte"… y tantos y tantos otros, con títulos semejantes.


Se abren foros de fans de una novela, se fabrica todo tipo de productos basados en ella, la gente se disfraza de los personajes para ir al estreno de las películas, de repente todo el mundo se interesa por la Gioconda, o por la Divina Comedia, y ya hay tema de conversación para unos cuantos meses. En este panorama, quien se atreva a leer algo que no esté de moda es tachado de bicho raro o intelectual sin remedio.

No soy quién para criticar a la gente que lee best-sellers o se considera fan de alguna saga; yo misma me he leído la mayoría de los libros mencionados y me declaro Pottermaníaca al 100% (al menos, hasta que se publicó el último y frustrante libro), y sitúo "La sombra del viento" como una de mis novelas favoritas. Pero no me limito a estas lecturas, sino que abro horizontes más allá. Simplemente me entristece que grandes títulos y grandes autores sean hoy rechazados por la juventud. ¿Qué pasa con los maestros: García Lorca, Luis Cernuda, Alberti, Caballero Bonald, Unamuno, Oscar Wilde, Agatha Christie, Raymond Chandler, Patricia Highsmith, Dostoyevski, Galdós…? ¿Y qué hay de los nuevos autores que buscan encontrar un sitio en el mundo literario pero no persiguen la fórmula de fabricar libros al peso? Todos eclipsados por el best-seller.

No podemos dejarnos llevar ciegamente por las modas y olvidar el verdadero significado de la Literatura, que se remonta a siglos atrás. No podemos llamarnos a nosotros mismos lectores sin haber experimentado a los grandes, sin tener al menos una opinión –positiva o negativa- sobre su modo de escribir. Las modas pasan, y el negocio de los libros continúa su avance inexorable. Pero los grandes, los verdaderos escritores, han logrado ocupar un hueco en la Historia. Qué menos que un simple reconocimiento a su trabajo. Cuesta lo que cuesta abrir un libro.

viernes, 21 de noviembre de 2008

Ceci n'est pas un hommage...


Quién no ha visto alguna vez al misterioso hombre con traje y sombrero oscuros, cuyo rostro queda siempre oculto por una manzana, una paloma, un espejo que no ofrece el verdadero reflejo o, simplemente, porque se encuentra de espaldas. El mismo hombre al que le salen alas negras en la famosa pintura “El mal de la ausencia”, o aquel que se difumina en gotas de lluvia con forma de hombrecillos en “Golconda”.

Ese hombre no es otro que el propio René Magritte, célebre pintor surrealista belga de cuyo nacimiento hoy se cumplen 110 años. Inspirado por la obra de Giorgio de Chirico, otro famoso pintor surrealista, Magritte se interna en este movimiento, que tuvo su auge a finales de los años 20 en París. Allí conoce al resto de surrealistas: Paul Éluard, André Breton, Salvador Dalí, Joan Miró…

Al contrario que en las pinturas de Dalí, Magritte no utiliza el surrealismo para expresar sus temores y obsesiones íntimas, sino que introduce el realismo mágico y crea un confuso mundo en el que nada es lo que parece. Magritte hace estallar la realidad como el cristal de la ventana de su obra “La clé du champs”, en la que el propio reflejo del paisaje se hace añicos en el suelo. Espejos que no reflejan el rostro, un ojo que encierra el cielo, una nube que cabe en una inmensa copa, un castillo que desafía a la ley de la gravedad, dos amantes que se besan con sendos paños cubriendo sus rostros. La realidad no es siempre lo que vemos, y las ilusiones ópticas son frecuentes. Magritte lo expresó en su obra “La traición de las imágenes”, en la que bajo el dibujo de una pipa se puede leer: Ceci n’est pas une pipe. Y realmente no es una pipa, sino la reproducción de una pipa. El pintor se burla de nuestro propio asombro de modo irónico, sagaz, agudo. ¿La realidad es lo que vemos o solo lo que nos parece ver? Llegados a este punto, cómo olvidar el célebre Mito de la caverna, de Platón, en el que lo que creemos realidad no es más que el reflejo del “Mundo de las ideas”, ese al que solo las almas pueden ascender…
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Misterios del surrealismo, en el que nada es lo que parece.

lunes, 17 de noviembre de 2008

Ironías


Estos últimos meses, las polémicas sobre Federico García Lorca se suceden. En primer lugar, la exhumación del barranco de Alfacar donde supuestamente descansan sus restos –fijada por el juez Garzón para los días entre el 15 y el 18 de noviembre- ha sido paralizada. La familia del poeta no está dispuesta a dar su brazo a torcer tan fácilmente, y los familiares de Dióscoro Galindo y Francisco Galadí –el maestro y el banderillero que fueron fusilados junto a Federico- tendrán que seguir reuniendo paciencia antes de recuperar los restos de sus seres queridos. Los descendientes de García Lorca solo han conseguido aplazar algo que se tendrá que llevar a cabo indefectiblemente, tarde o temprano. ¿Por qué retrasar lo inevitable? Los familiares del maestro y del banderillero ya han esperado suficiente.


Por otra parte, en las últimas semanas se ha venido desarrollando un llamativo caso de ignorancia mezclada con cinismo. Ha ocurrido en la Universidad de Granada, donde el poeta Luis García Montero (fotografía adjunta) imparte una asignatura sobre García Lorca. Otro profesor de la misma universidad, José Antonio Fortes, se dedicaba a predicar en sus clases barbaridades tan inmensas como que García Lorca era fascista y Francisco Ayala un aliado del fascismo. También criticaba a García Montero. Este procedió a publicar en El País un artículo que señalaba la tremenda falsedad de las afirmaciones de Fortes, al que calificó de profesor perturbado; lo cual le sirvió para que el aludido le denunciara por injurias graves. García Montero ha sido condenado a una multa por defender la dignidad de dos grandes escritores, y la suya propia.

Después de oír todo esto, nos asalta una duda principal: ¿cómo es posible que alguien pueda llegar a ser tan ignorante para hacer tales declaraciones sobre Lorca o Ayala? No se puede poseer unos mínimos conceptos históricos y afirmar que un poeta asesinado por el franquismo era fascista. Es más, resulta un insulto a la memoria de Federico. Él, que se declaraba del partido de los pobres, que celebró la llegada de la República, que defendió los intereses de los más necesitados, que describió las tragedias de las clases populares de Andalucía en su “Romancero gitano”. Cierto es que Federico procedía de una de las familias más ricas de Fuentevaqueros, su pueblo natal; y que lo más sencillo para él hubiera sido tener ideología de derechas. Pero su sensibilidad era más fuerte, y desde su juventud siempre se puso de parte de los pobres. Federico eligió el camino difícil, el camino que le llevó a una muerte estremecedora. Un tiempo antes de su fusilamiento, declaró que En Granada se encontraba la peor burguesía de España. Una declaración que los falangistas usaron como principal excusa para su asesinato, junto con su firma en diversos manifiestos comunistas. El 18 de agosto de 1936 Federico García Lorca fue asesinado por la Falange de Granada, después de sufrir en la cárcel diversas torturas. De nada sirvió la petición de clemencia de su amigo, el también poeta Luis Rosales, miembro de la Falange. El general franquista Queipo de Llanos respondió con la célebre y escalofriante frase Dadle café, mucho café, que sentenció al poeta. Y más tremenda resulta aún la declaración de uno de los asesinos de Lorca, que el mismo día de fusilarlo afirmó: Le he metido dos tiros en el culo por maricón. Se nos hiela la sangre al pensar en todo lo que Lorca debió sufrir por defender su ideología, por su forma de pensar; y no podemos evitar indignarnos ante los comentarios de cualquier ignorante que no conoce ni la historia de su propio país.

Y qué decir de Francisco Ayala, exiliado desde el triunfo del franquismo hasta 1960. Cualquier comentario sobra. Visto así, las palabras de este tal Fortes resultan una triste ironía que atenta no solo contra la memoria de dos grandes escritores, sino contra la dignidad de todo un pueblo que sufrió la represión franquista. Qué daño pueden hacer a veces este tipo de ironías. García Montero se merece todo mi apoyo.

viernes, 17 de octubre de 2008

"gallo" cumple 100 años


Hasta el 30 de noviembre, la Residencia de Estudiantes abre sus puertas para ofrecernos una interesante exposición en torno a gallo, la revista granadina fundada en 1928 por el mismísimo Federico García Lorca, junto a otras personalidades tan célebres como Salvador Dalí, que fue el encargado de dibujar el membrete para la papelería de la revista. Además de las colaboraciones de Dalí, participaron numerosos poetas de la Generación del 27 como José Bergamín, Jorge Guillén, Francisco Ayala o Melchor Fernández Almagro. Es interesante también descubrir en el segundo número un fragmento de la novela que Francisco, el hermano de Federico; nunca llegó a terminar.

Las colaboraciones de la revista abogaban por un nuevo tipo de Arte, por dejar atrás las convenciones ya caducas por las que se movían los putrefactos de Dalí. Destaca el Manifiesto Antiartístico editado en el segundo número, que causó verdadera polémica entre sus autores (Salvador Dalí, Sebastià Gasch y Lluís Montanyà) y otros célebres poetas como Pedro Salinas, al que le resultaba inadmisible. En el Manifiesto se defendían los presupuestos estéticos del antiarte, la poética de la modernidad, el maquinismo, los productos estandarizados, las artes industriales como la fotografía o el cine, la música de jazz, los deportes, etc., frente a las ideas de lo artístico y la belleza heredadas de la tradición.

La revista solo vio editados dos números, porque a pesar de proyectarse el tercero García Lorca había perdido interés, y las constantes insistencias de sus amigos en Granada para que les enviara nuevos escritos fueron en vano. Federico cosechaba por entonces el brutal éxito de su Romancero Gitano, y además se hallaba inmerso en una crisis sentimental a raíz de la relación con el escultor Emilio Aladrén. Y al verse privada del espíritu lorquiano que la mantenía a flote, la revista gallo no llegó a editar su tercer número. A pesar de ello, gozó de gran fama durante su fugaz vida, saliendo a la luz Pavo, otra revista que representaba una crítica burlesca, detrás de la cual estaba el propio Lorca. En Orihuela, el ultracatólico Ramón Sijé fundó otra réplica: El Gallo Crisis, de argumentos conservaduristas totalmente opuestos al gallo lorquiano.


Asistí a esta exposición el pasado lunes 13 de octubre, y quedé bastante admirada, puesto que no solo se exponen las ediciones de la revista gallo y los textos que en ella se incluyen, sino también numerosos manuscritos originales, cartas personales, ediciones de revistas literarias tan importantes como Mediodía o Litoral, fotografías de la época, cuadros de Picasso, Dalí, Ismael Gómez de la Serna, Manuel Ángelez Ortiz, etc.; dibujos del propio Lorca y de Dalí (sí, los famosos putrefactos en vivo y en directo)… Todo ello en un lugar que aún destila los ecos de aquellas alegres reuniones de intelectuales: los improvisados conciertos de piano de Federico, las graciosas ocurrencias de Pepín Bello, el juego de los anaglifos, la Sagrada Orden de Toledo de Luis Buñuel, el joven Dalí antes de corromperse, y tantos y tantos sueños compartidos sobre la que Juan Ramón Jiménez llamó La Colina de los Chopos.



[...] Hemos celebrado la ascensión del gallo al título de esta revista haciéndole bordar cuatro gallinas de seda rutilantes, para que su pico guste ardiente fruta de zigzag en la evocadora madrugada oscura de la imprenta. Mientras mis amigos aplaudían, yo escuchaba emocionado la sonrisa de don Alhambro, que me llegaba envuelta en el denso algodón en tronco de la sepultura.

Canta, gallo, regallo y contragallo.

Canta seguro bajo tu sombrerito de llamas, porque una de tus gallinas puede ser muy bien la gallina de los huevos de oro.



Federico García Lorca, "Historia de este gallo"

domingo, 28 de septiembre de 2008

The time is gone, the song is over...



El pasado lunes 15 de septiembre de 2008 falleció a los 65 años de edad, víctima de un cáncer, el compositor y teclista británico Richard Wright, conocido por ser el teclista y uno de los miembros fundadores de los legendarios Pink Floyd. Es mi deber dedicar unas líneas a hablar del legado musical de la que posiblemente sea la banda de rock más influyente de todos los tiempos. He elegido esta foto, la ilustración de PULSE, el DVD de la última gira de la banda antes de su reunión para el Live 8 en 2005, porque creo que resume bastante bien la música y el estilo del grupo.

Habrá quien diga que no le gusta Pink Floyd porque su música le parezca deshumanizada, o no le transmita sentimientos, o simplemente “le suene raro”. Está claro que se trata de una banda diferente de todas las de su tiempo y que aún hoy conserva su singularidad. Y eso es porque Pink Floyd rompió con la tradición musical de la época, revolucionando no solo el aspecto puramente estético, sino también las letras, textos profundos y con abundantes metáforas e imágenes que no se limitan a hablar de amor, sino que tratan temas que van mucho más allá, desde contenidos sociales (Another brick in the wall, Money) hasta cuestiones filosóficas como la memoria o el paso del tiempo (Time, Comfortably numb) que, unidos a las melodías innovadoras y misteriosas del teclado de Rick Wright, a la guitarra de David Gilmour (que no es tocada, sino que habla), y a los más impresionantes efectos de sonido, consiguen crear una música grandiosa y astral, que juega con pausas, largos silencios, cambios de compás y solos tremendamente expresivos al ritmo de la batería de Nick Mason para crear en el oyente una sensación que solo se puede experimentar escuchándolos a ellos. Y si a todo esto unimos las discretas pero profundas voces de Gilmour, Roger Waters (cuyo bajo es sencillamente genial) y del malogrado Syd Barrett, el resultado es un sonido que todavía no ha podido ser superado por nadie, y que nunca pasará de moda, sino que nos acompañará durante toda la vida. Su música no transmite sentimientos simplemente; evoca imágenes, recuerdos, fenómenos de la naturaleza o a veces, como es el caso del tema Echoes, nuestra propia vida: el pasado, el presente y el futuro.

En todas sus etapas, desde los psicodélicos años sesenta en los que, bajo la influencia de Barrett, crearon el álbum más representativo del rock psicodélico (The Piper at the Gates of Dawn, 1967) hasta el rock progresivo de los últimos tiempos, marcado entre otras cosas por la salida de Syd Barrett (a quien dedican Shine on You Crazy Diamond) y sus problemas con las drogas (concretamente con la LSD), han sido fieles a su particular estilo musical, y seguirán presentes en la historia de la música, ya que la página más brillante de los últimos cincuenta años la han escrito ellos.

Sí, el tiempo se ha ido; pero la canción nunca se acabará.
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Autor: Juan

domingo, 21 de septiembre de 2008

Recordando un olvido


Un 21 de septiembre tal como hoy, en 1902; Sevilla vio nacer a uno de los poetas más sublimes de la Historia. Fue en la calle Conde de Tójar (hoy Acetres), en el número 6. Desde su más tierna infancia, rodeado de un padre militar demasiado autoritario y una madre demasiado débil, Luis Cernuda hubo de hacer frente a la realidad, esa que a la vez odiaba y amaba. Las circunstancias vitales hicieron de él una persona hipersensible, patológicamente tímida, dada a la depresión y en ocasiones algo infantil. Se refugió en el dandismo para disfrazar sus inseguridades. Nunca dejó de ser el eterno adolescente.

Si bien tuvo a lo largo de su vida algunos amigos verdaderos, no fue fácil para él enfrentarse a un mundo que todavía olía demasiado a incienso, en el que su homosexualidad (que demostrando una gran valentía, nunca ocultó) desagradaba a muchos.

Miembro de la llamada Generación del 27 (para él, Generación del 25), Luis Cernuda se convirtió en uno de los poetas más influyentes en los últimos tiempos, y también escribió interesantes ensayos de crítica literaria, prosa y teatro. Su obra La realidad y el deseo constituye una autobiografía poética de su complicada existencia, de su desengaño hacia el amor y su intento de olvidar a su Arcángel, Serafín F. Ferro, el muchacho que le rompió el corazón. Finalmente, extrae la conclusión de que el olvido es imposible, pues cuando termina el amor lo que queda es el recuerdo de un olvido.


En su prosa poética o narrativa, así como en sus obras de teatro; Cernuda se identifica a sí mismo con sus personajes. De este modo, se convierte en Albanio o Lelio; y precisamente es en algunas de sus descripciones donde podemos hallar su visión sobre sí mismo. Resulta inevitable transcribir aquí el fragmento de Una comedia inacabada y sin título en el que la Gitana lee la mano de El Silfo:


Te juzgan mal y sufres por eso. Eres de nieve por fuera y de llama por dentro. Quien te toca se hiela mientras tú te abrasas. No sabes querer y estás queriendo siempre; no sabes vivir y estás vivo. Tu sitio no está en ninguna parte; siempre desearás un lugar diferente. Eres el extranjero.


viernes, 19 de septiembre de 2008

"Que todos sepan que no he muerto"


Aquella trágica madrugada del 18 de agosto de 1936, el poeta Federico García Lorca fue vilmente fusilado por los falangistas, y enterrado en una fosa común situada en el término municipal de Alfacar, muy próxima al barranco de Víznar, en un lugar conocido como Fuente Grande (fotografía). Junto a él yacen también los cuerpos de las personas que lo acompañaron durante sus últimas horas de vida: el maestro republicano Dióscoro Galindo y dos famosos banderilleros de la CNT: Francisco Galadí y Juan Arcolla.

Dióscoro Galindo, conocido como el maestro cojo, se había formado en la Institución Libre de Enseñanza, participó en las Misiones Pedagógicas de la II República y llevó a la práctica la enseñanza laica en su pueblo, Pulianas. También participó en las elecciones de 1936 de su pueblo, representando al Frente Popular en la mesa electoral. Por todo ello se ganó la enemistad de los sectores más conservadores, que no tardaron en señalarlo como rojo al comienzo de la Guerra civil.

Francisco Galadí y Juan Arcolla eran dos célebres banderilleros granadinos de la época, que militaban en la CNT-FAI y que colaboraron en la resistencia del Albaicín para hacer frente a los sublevados; siendo detenidos tras la caída del barrio. Pasaron sus últimas horas junto a Federico y a Dióscoro en La Colonia, un cortijo granadino destinado a albergar a los condenados a muerte por los franquistas.

Desde que se llevaron a cabo con éxito estudios para localizar el emplazamiento exacto de la tumba de Federico y sus compañeros, las familias de Dióscoro Galindo y Francisco Galadí han tratado por todos los medios de conseguir el permiso para exhumar los cadáveres de sus familiares, chocando siempre con la negativa de los herederos de García Lorca, que no estaban dispuestos a que se organizara un espectáculo mediático. Sin embargo, hace unos días que los García Lorca han dado su consentimiento, alegando que no impedirán exhumar los restos de Federico, aunque no les gustaría, ya que consideran que podría desvirtuar la memoria del poeta. La familia entiende que hay más partes implicadas, que Federico no es la única persona enterrada allí y los familiares del maestro y el banderillero están en su derecho de recuperar los restos de sus antepasados. A pesar de dar su permiso, insisten en que tras la exhumación no tienen intención de trasladar los restos del poeta, que esa fosa común es ya su tumba y la de otros miles de víctimas del franquismo.

Pero la polémica sigue abierta. El investigador Ian Gibson, célebre estudioso de Lorca y descubridor del lugar exacto de la fosa común; opina que lo más importante es la verdad histórica, tener la certeza de que Lorca se halla allí enterrado. Por su parte, personajes conocidos del ámbito literario como Francisco Ayala, Luis García Montero, Javier Marías o Caballero Bonald; están de acuerdo con la familia de Lorca y opinan que se deberían dejar los restos del poeta reposando para siempre en lo que ya se puede considerar un cementerio, que andar trasladándolos no sirve de nada, y además Federico representa todos los muertos allí enterrados.

http://www.elpais.com/videos/espana/familia/Lorca/acepta/abrir/fosa/comun/elpvidnac/20080918elpepunac_7/Ves/


Se ha de entender tanto una como otra postura. Los familiares de los otros asesinados están en todo su derecho de recuperar los restos de sus antepasados, y los herederos de García Lorca lo están de temer una posible mediatización de la exhumación del poeta. En cualquier caso, se ha de evitar que estos crueles asesinatos caigan en el olvido. Tal vez lo más acertado sería que Federico García Lorca descanse para siempre junto a la fuente que sigue manando sus lágrimas en memoria de todos aquellos crímenes absurdos, pero si esto es así, que una simple piedra no sea lo único que señalice este lugar. Uno de los poetas más grandes de la literatura española se merece algo más. Se merece que todos sepan que no ha muerto.


Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.

No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.

Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.

Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.

Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.


Federico García Lorca, “Gacela de la muerte oscura”

lunes, 8 de septiembre de 2008

La maldición de los poetas


Larga y prematuramente adiestrado en el ejercicio de la paciencia y en la cuidadosa restauración de ilusiones sistemáticamente pisoteadas, me acostumbré muy pronto a quejarme en voz baja, a maldecir para mis adentros, y a hablar ambiguamente, poco y siempre de otras cosas; es decir, al uso de la ironía, de la metáfora, de la metonimia y de la reticencia. Si acabé escribiendo poesía fue, antes que por otras razones, para aprovechar las modestas habilidades adquiridas por el mero hecho de vivir. […]


Ángel González, introducción de Palabra sobre palabra



He aquí una sabia cita de un grandísimo poeta que puede servir de introducción para este cúmulo de pensamientos que trato de expresar.

Históricamente, el don de la poesía se ha considerado una admirable virtud. No hablo ya de tener un talento poético, sino simplemente de la capacidad de poder descargar en una hoja en blanco la terrible borrasca de sentimientos que luchan por escapar de un corazón demasiado estrecho. Ciertamente, es una virtud admirable, pero no por ello envidiable. No confundamos términos. La verdadera poesía, la que es capaz de llegar al fondo del alma y quedarse a vivir allí, para siempre; esa poesía no está compuesta solo de palabras, metáforas, hipérboles y demás recursos literarios. No: cada poema escrito de forma apasionada y sincera guarda en sí mismo un pedazo diminuto del corazón de su autor, o tal vez una mínima gota de su sangre. El poeta –el verdadero- se desangra un poco más en cada uno de sus versos, para acabar agonizando inmerso en su propia elegía. Forma parte de la maldición.

Basta pensar en los grandes poetas –Cernuda, Lorca, Ángel González, Alberti, Miguel Hernández...- para percatarse de que todos ellos tenían una común característica: no estar conformes con la Realidad. He aquí el primer síntoma de la enfermedad de la Poesía. Sí, siempre la Realidad que nos oprime, nos entierra, disuelve nuestros deseos cual si fuesen frágiles pompas de jabón. Ellos, estos grandes poetas; se sintieron encerrados en sí mismos, prisioneros de la Realidad; y no encontraron otra forma de escapar que por medio de los versos. Entonces, solo entonces; se percataron de que habían sido alcanzados por la maldición.

No creo en la poesía ligera, superficial, resonante, hueca. No creo en la poesía que canta a la felicidad eterna, a la plena satisfacción de los deseos. La poesía, para ser poesía de verdad; tiene que mostrar atisbos de esa lucha incesante contra la Realidad que el autor mantendrá durante toda su vida. Es la terrible consecuencia de la maldición: buscar una felicidad imposible y chocar siempre contra un muro. ¿El remedio? Escribir.

Un niño jamás podrá componer verdadera poesía; no por su inexperiencia o su corta edad, sino por su felicidad. Los días azules de la infancia no dejan lugar a preocupaciones, nostalgias o melancolías. En la infancia, todas las cosas tienen una clara transparencia de horizonte.

Si no rechazásemos la Realidad, no sería necesario derramar nuestra sangre en el cáliz formado por los versos. Por eso, cuando a alguien no le queda más remedio que hacerlo, presiente que indefectiblemente ha sido atrapado por la maldición. Y entonces ya no hay vuelta atrás: la Poesía dominará para siempre su vida. Es ese incesante rayo hernandiano que brota de nosotros mismos y sobre nosotros dirige la insistencia de sus lluviosos rayos destructores.

Los poetas malditos se encuentran dispersos en nuestras realidades, pero pueden esconderse detrás de cada esquina. No solo son malditos aquellos cuyos versos ilustran nuestros manuales de Literatura; hay cientos y cientos de malditos anónimos que buscan con desesperado afán encontrar un lugar en el mundo para sus composiciones, otros que simplemente escriben para el viento, e incluso hay aquellos que aún no se han descubierto a sí mismos.

Escribir poesía no es solo una virtud, también es una terrible maldición. Tal vez sería mejor no tener que escribir, no sentir la necesidad de expresar en unos versos lo que de otro modo resulta inexpresable. Pero ya no hay vuelta atrás. Y es que hace tiempo que descubrí que yo también soy una maldita.

viernes, 5 de septiembre de 2008

Solos frente al abismo


A unas semanas del inevitable fin del paradisíaco verano, la realidad nos golpea con crudeza los sentidos. Los agobios, las prisas, las indecisiones y las melancolías revestidas de dorados otoñales se suceden sin concedernos una posible tregua. Los niños y adolescentes regresan a la monótona tristeza del colegio o del instituto, levemente sosegada por la momentánea felicidad que supone el reencuentro con los compañeros –aunque esto no podemos aplicarlo en todos los casos-.

Sin embargo, los universitarios se enfrentan a un mayor trago: las prematrículas, las optativas, las asignaturas de libre elección. Todo irrumpe repentinamente, ejerciendo un factor sorpresa para la mayoría. Poniendo el ejemplo de la Universidad Carlos III de Madrid, concretamente en lo que afecta a los alumnos que comenzarán el 2º curso de Periodismo, resulta altamente reprobable el hecho de que no haya existido una información previa durante el curso anterior, o al menos durante los últimos meses. La información se propaga mediante el clásico boca a boca: alguien se entera de que, además de las 24 horas semanales de asignaturas comunes, es obligatorio reunir 18 créditos de asignaturas de libre elección, lo que corresponde a tres asignaturas repartidas durante dos cuatrimestres. Por tanto, nos encontramos con 32 horas de asistencia a clase semanales, llegando algunos días a encontrarnos con 11 horas seguidas y entre ellas, solo una de descanso para la comida. Ciertamente, resulta casi inhumano que de las 24 horas que tiene un día haya que pasar la mitad de ellas en la universidad, como si el trabajo del estudiante no fuera más duro que otro cualquiera.

Pero dejando aparte consideraciones de esta índole, lo que me gustaría señalar es la total desorientación a la que se han de enfrentar tantos y tantos estudiantes a los que les asaltan serias dudas sobre el modo de realizar las prematrículas en las asignaturas de libre elección, la forma en que han de repartir los créditos a lo largo de la carrera, el número máximo de plazas en una asignatura… Sobreviene inevitablemente el agobio, y se suceden las visitas a la secretaría de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Carlos III (fotografía de arriba), pero… ¡sorpresa! Hasta el 15 de septiembre, la secretaría solo abre por la mañana. Y las plazas en las asignaturas son limitadas. Aun así, por la mañana se encargan de atender las vitales dudas unos becarios que cada dos por tres tienen que disculparse para pedir ayuda a otros cargos superiores; unos becarios que destilan desconocimiento por cada poro de su piel. Y la inseguridad de los estudiantes se acrecienta: no hay nadie que les explique claramente la situación. La respuesta es siempre la misma: recurre a Internet, allí se ofrece toda la información. Pero por desgracia, Internet es un programa informático sin conciencia y sin humanidad, incapacitado para aclarar las serias dudas que corroen los nervios de los universitarios. así pues, quedan tres soluciones: o fiarse del consejo de un compañero de estudios, o tener fe en tu propio instinto o perder los nervios y rendirse, lo cual desgraciadamente ocurre con demasiada frecuencia.

La situación es absolutamente indignante. Por una parte, ni una carta ni un correo electrónico para explicar la necesidad de cursar 18 créditos de asignaturas de libre elección. Por otra, la incapacidad para ayudar a los futuros alumnos a realizar la prematrícula, a lo que hay que añadirle el abandono de esta tarea a Internet, un programa informático deshumanizado. El estudiante se encuentra, pues; solo ante el abismo, sumido en un desamparo del que tendrá que salir por sus propios medios. Y el final del verano resulta aún más asfixiante de lo que esperaba.

Desde aquí, exigimos una mayor atención a los estudiantes en las universidades, más información y más ayuda. Quizá quede resumido todo con una palabra: comprensión.

jueves, 28 de agosto de 2008

Los putrefactos



“El putrefacto, como no es difícil deducir de su nombre, resumía todo lo caduco, todo lo muerto y anacrónico que representan muchos seres y cosas.

Dalí cazaba putrefactos al vuelo, dibujándolos de diferentes maneras. Los había con bufandas, llenos de toses, solitarios en los bancos de los paseos. Los había con bastón, elegantes, flor en el ojal, acompañados por la bestieHabía el putrefacto académico y el que sin serlo lo era también. Los había de todos los géneros: masculinos, femeninos, neutros y epicenos. Y de todas las edades […]”

Rafael Alberti, La arboleda perdida.


¿Qué mejor que escribir un artículo sobre la sociedad misma para inaugurar una serie de textos sobre ella? He aquí una preciosa redacción sobre lo bella que es la vida, la grandeza de la amistad, la paz, el amor y otros inventos hippies. Para quien no haya detectado aún el sarcasmo, me comprometo a intentar dar al texto el tono más realista (que no pesimista) que me sea posible.
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Cuando se es pequeño, todo es en blanco y negro: solo hay malos y buenos, amigos y enemigos, verdades o mentiras. Después, aparece toda la gama de colores: la indiferencia, la hipocresía, las verdades a medias y todo tipo de prejuicios que nos producen a todos la desagradable sensación de estar viviendo una vida de papel, o peor, una gran mentira. Lo que muchos no descubren nunca es que ellos también se han dejado corromper y son, como dijeron los caballeros del 27, putrefactos.


Toda persona que se haya parado a pensar alguna vez en la sociedad (enhorabuena si lo habéis hecho) se habrá dado cuenta de que se puede distinguir entre dos tipos de sociedades, aunque íntimamente relacionadas: el ámbito global, es decir, el Estado, la Iglesia, la guerra y el poderoso caballero; y el ámbito cotidiano, la gente de nuestro alrededor. En ambos casos dominan los putrefactos.


El ámbito global, que curiosamente el más simple, es el que condiciona nuestras necesidades básicas como personas. Podríamos decir que es aquel del que dependen nuestras vidas. Y nuestras vidas dependen del dinero, el poder y la religión, manifestados en unos cuantos seres despreciables e ignorantes que buscan satisfacer su avaricia dando la espalda a las más de seis mil millones de vidas de las que son responsables. No creen en la libertad, ni en la paz, ni en la verdad, ni en el respeto; solo creen en ellos y en sus bolsillos, y si para llenarlos tienen que masacrar un país, matar a millones de inocentes y destruir toda la cultura, el desarrollo y, en definitiva, la vida de dicho lugar, no muestran ningún reparo en hacerlo, como ya se ha demostrado tantas veces a lo largo de la historia. Y en cuanto al objetivo del milenio, erradicar la pobreza en el mundo… todavía nos quedan 992 años, hay tiempo para seguir sembrando muerte y odio.


El otro ámbito, el cotidiano, admite un estudio mucho más profundo. No deja de ser curioso que haya tanta gente en el mundo que piense de forma distinta y que todos tengamos un comportamiento tan similar. La sociedad de a pie se rige por el egoísmo y la hipocresía, la ignorancia, la mentira y el rechazo a los que son diferentes. La amistad y el amor no son más que cuentos de hadas; lo peor es que la niebla de las apariencias es tan densa que no nos deja ver la realidad. Y si las apariencias nos agradan, ¿qué necesidad hay de ver más allá? Pues si alguna vez habéis visto lo que hay detrás de la niebla, os habréis dado cuenta de que la gente de hoy no piensa por sí misma, sino que es la ignorancia que domina la sociedad la que impulsa todos sus actos. ¿Amistad? ¿Amor? En esta vida nada es gratis, tampoco el cariño. No hay mucha gente capaz de querer a alguien desinteresadamente, y si son capaces de hacerlo lo van a pasar mal, a no ser que se dejen corromper. Pocos son los que en algún momento de su vida se plantean cómo te sientes siendo víctima de su engaño, de su indiferencia…


¿Es que ya no queda nadie noble en el mundo? ¿Es que ya nadie está preparado para ser un amigo de verdad? ¿Es que ya nadie piensa en nadie aparte de en sí mismo? Por desgracia, si queda alguien noble, desinteresado y sensible en el mundo, va a sufrir mucho en la vida. Puede que no os salga rentable ser personas auténticas y pensar aunque solo sea una vez en vuestras miserables vidas que no sois los únicos en el mundo, que hay gente que ríe y llora por vosotros, pero debéis luchar, pues sois la última esperanza en este mundo decadente y deshumanizado. Aunque si os viene grande la empresa, ellos os acogerán con los brazos abiertos.
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Dibujo de Pepín Bello*
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Autor: Juan

martes, 26 de agosto de 2008

Incongruencias del siglo XXI


El nuevo milenio ha traído consigo una masiva revolución tecnológica y científica, además de una creciente deshumanización e informatización. Los libros han quedado eclipsados por el resplandor veleidoso de Internet, el romanticismo de las cartas se ha visto sustituido por la inmediatez del correo electrónico, la televisión ha pasado a ocupar un lugar central en el seno familiar. ¿Nostalgia? No siempre. Han sido descubiertos numerosos remedios contra enfermedades antiguamente mortales, avances científicos en clonación de células, establecimiento de leyes sociales más justas –aunque por desgracia los países tercermundistas no han avanzado en este sentido-.

En definitiva, un nuevo siglo que ha puesto patas arriba la clásica concepción del mundo que aún se conservaba en el cercano y a la vez distante s. XX. Por eso hoy nos asombra e indigna comprobar que existan leyes tan caducas como la que rige en la Catedral de Barcelona; donde se niega la entrada simplemente por llevar pantalones cortos. Esta catedral es solo un ejemplo, porque en numerosas iglesias no solo de España, sino de todo el mundo; los turistas podrán tener esta impresión de permanecer aún en la Edad Media.

La Iglesia católica ha ejercido a lo largo de la Historia una excesiva influencia, una influencia que ha tratado de paralizar el mundo esgrimiendo la mentira como arma y sembrando la ignorancia y la muerte entre los habitantes de nuestro planeta. Ha predicado el sometimiento, el sufrimiento, la represión; y ha impedido que los descubrimientos científicos pudieran salir a la luz en su momento. Al echar la vista atrás nos percatamos de la terrible verdad: la influencia de la Iglesia ha movido el mundo durante muchos siglos.

Pero resulta más aterrador comprobar que hoy en día, en plena era de la información, inmersos en lo que se ha denominado aldea global; la influencia de la Iglesia pueda seguir resultando tan avasalladora y terrible. Ocultas bajo su disfraz contemporáneo, las mismas voces de siempre mueven los hilos en la sombra. ¿Quién es el Papa para intervenir en leyes sociales como el matrimonio homosexual o en avances de la genética? ¿Cuál es su verdadero rol en nuestra sociedad? La reflexión resulta estremecedora, y más aún para los que no nos consideramos católicos.

El patrimonio artístico no debería pertenecer a la Iglesia, sino al pueblo en su conjunto; y no ser regido por caducas leyes católicas. La Iglesia habría de limitarse a un ámbito privado, sin tratar de paralizar –como ha venido haciendo hasta ahora- la evolución de un mundo que comienza a alcanzar un ritmo frenético. Por desgracia, el Estado sigue proporcionando ingresos a la Iglesia, y existen demasiados intereses en juego. Quizá si nuestras voces se alzaran todos llegaríamos a comprender que para conocer el fundamentalismo no hace falta irse a los países islámicos, porque nuestra vieja Europa no ha logrado libertarse aún del yugo de la religión.

lunes, 18 de agosto de 2008

El crimen fue en Granada...


Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio!. ¡A callar he dicho! ¡Nos hundiremos todos en un mar de luto! ¿Me habéis oído? Silencio, silencio he dicho. ¡Silencio!

Federico García Lorca, “La casa de Bernarda Alba”



Desgarradoras palabras. La muerte hay que mirarla cara a cara. A Federico no le quedó más remedio, puesto que a día de hoy, han pasado setenta y dos años desde que los cobardes falangistas granadinos lo fusilaron bajo un olivo en los límites del pueblo de Víznar. ¿El motivo? Demasiados para ellos: sus ideas socialistas y republicanas, su homosexualidad, sus revolucionarias obras, la envidia que generaba su popularidad y su brillante carisma.

Y es que Federico siempre tuvo duende. Su corta vida constituye una historia de pasión, alegría y oscuridad profunda, esa tormenta interior que guardaba bajo la aparente despreocupación. Sí, él era el príncipe de la Generación del 27; con su sola presencia era capaz de llevar la alegría como una nube perfumada y contagiarla entre los que tuvieran la suerte de escucharlo. Sus numerosos amigos decían que esa característica suya a veces le asemejaba inmortal. Federico, excelente músico; animaba las reuniones de su generación tocando en el piano canciones populares que hechizaban al personal.

Sin embargo, en su interior sufría, por su imposible historia con su amado Dalí, por la pobreza del pueblo español, por la terrible fama que generaba ser homosexual en una sociedad que apestaba a incienso, por el ansia de un amor infinito y puro que jamás ha existido. Y por encima de todo, temía la muerte; quizá porque presentía que iba a acompañarle pronto, demasiado pronto. Lo que más me importa es vivir, diría.

Cuando, en julio de 1936, el levantamiento en España resultaba inminente; sus amigos le recomendaron quedarse en Madrid, donde se hubiera salvado. Sin embargo, Federico volvió a su Granada natal, y fue allí donde los sublevados pusieron fin a su vida la madrugada del 18 de agosto, a los treinta y ocho años. ¿Su delito? Por encima de todo, ser poeta.

Lo que sus vulgares asesinos jamás entenderán es que, a pesar de haber acabado con su vida, su obra y sus ideas han pasado a la eternidad, y Federico será para siempre un ejemplo de poeta y de persona que cree en sus ideales. ¿No escucháis los acordes de su piano, resonando aún en la distancia…?


ALMA AUSENTE

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce el niño ni la tarde
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y monjes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de tu boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.

Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.

Federico García Lorca, “Llanto por Ignacio Sánchez Mejías”

PRESENTACIÓN


Bienvenidas, diversas gentes; a La Barraca. Hemos escogido este nombre en homenaje a la famosa Barraca de Federico García Lorca, un teatro universitario ambulante que durante la II República Española representaba obras clásicas por los más diversos lugares de la geografía española; con el fin de expandir la cultura y ponerla a disposición del pueblo; lograr que no fuera vista como un ámbito demasiado elevado. El cartel de la imagen, que es a la vez el logo de nuestra web; fue diseñado por Benjamín Palencia, un pintor próximo a la Generación del 27.


Nuestra Barraca tiene el mismo fin: acercar la cultura en todos sus ámbitos (literatura, música, pintura, política…) a todo aquel que dedique unos minutos de su tiempo para entrar en nuestra web, esperando por supuesto recibir muchos comentarios, recomendaciones y sugerencias. No así insultos o descalificaciones, puesto que en nuestros artículos siempre primará nuestro punto de vista sobre la vasta objetividad (la cual realmente no existe, como todo buen periodista sabe).


Respecto a contenidos, intentaremos profundizar en una amplia diversidad. Marina se encargará sobre todo de literatura, y Juan de actualidad; aunque por supuesto a menudo intercambiaremos los papeles.


No queda más que decir en esta presentación. Esperamos poder llegar a entreteneros, interesaros y fomentar vuestra curiosidad hacia el uso de la razón a comienzos de este siglo tan deshumanizado. Y desde aquí os animamos a escribir, porque como bien dijo Oscar Wilde: No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo.
Marina y Juan Casado