El pasado domingo 15 de febrero visité la exposición de la sala Conde Duque de Madrid titulada “La Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en la Segunda República. Arquitectura y Universidad durante los años 30”. Se trataba de un interesante recorrido por los orígenes de la Ciudad Universitaria, proyectada en la primera etapa republicana, hasta el estallido de la Guerra Civil, que puso fin a un período de esplendor cultural e intelectual sembrando la desolación y la miseria más absolutas.
La Facultad de Filosofía y Letras fue diseñada gracias al trabajo del arquitecto Agustín Aguirre y del ingeniero Eduardo Torroja. Ambos trataron de crear un edificio moderno, con amplios espacios, grandes ventanales y vistas a la sierra; meticulosamente pensado para el uso docente y la investigación. Fue inaugurada el 15 de enero de 1933 por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y dirigida por el decano Manuel García Morente, que tenía la idea de crear una de las mejores facultades del mundo. Y de hecho, lo consiguió. El nivel de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid era notablemente alto, algo a lo que contribuía, sin duda, la presencia de eminentes intelectuales de la Edad de Plata entre el profesorado. La Facultad se dividía en cuatro secciones: Filosofía, Letras, Historia y Pedagogía. Entre los profesores que allí impartieron clase se encuentran José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, María Zambrano, Julián Besteiro, Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Claudio Sánchez-Albornoz, Manuel Gómez-Moreno, Agustín Millares Carlo, María de Maeztu y tantos otros.
Las reformas de García Morente incluían cambios innovadores como la supresión de los exámenes por asignaturas, el establecimiento de la Licenciatura en Filología Francesa, la implicación de los estudiantes en la vida académica o responsabilizarlos del cuidado del edificio y su mobiliario.
En solo unos años, la Facultad logró un 40% de mujeres sobre el total de alumnos matriculados, una de las bibliotecas más importantes de España e iniciativas tales como intercambios de alumnos con el extranjero o un crucero por el Mediterráneo.
A todo este esplendor se puso fin en julio de 1936, cuando el ejército franquista intentó entrar en Madrid desde Ciudad Universitaria, apropiándose de la facultad de Arquitectura. Los republicanos, por su parte, se instalaron en la de Filosofía y Letras. En la exposición pudieron verse numerosos libros atravesados por balas, que los combatientes usaron como parapetos. Gran parte del edificio fue dañado, al igual que el resto del complejo universitario. Al finalizar la guerra, los avances que se habían conseguido en el terreno educativo se frenaron en seco, y hubo un retroceso cultural e intelectual. Muchos de los profesores partieron al exilio, y las mujeres que no habían logrado terminar su carrera tuvieron que hacerlo en el extranjero. Así murió un sueño.
En la exposición se pudieron contemplar numerosas curiosidades, como la reproducción de las aulas de la época, la voz de algunos de los profesores, una sección entera para Ortega y Gasset o la primera edición de “La voz a ti debida”, de Pedro Salinas. Junto al ejemplar, los apuntes de sus clases y una fotografía en la que aparece con un grupo de alumnas extranjeras, una de ellas la norteamericana Katherine Whitmore, con la que mantuvo un romance y que le inspiró para escribir su famosa trilogía amorosa.
La Facultad de Filosofía y Letras fue diseñada gracias al trabajo del arquitecto Agustín Aguirre y del ingeniero Eduardo Torroja. Ambos trataron de crear un edificio moderno, con amplios espacios, grandes ventanales y vistas a la sierra; meticulosamente pensado para el uso docente y la investigación. Fue inaugurada el 15 de enero de 1933 por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, y dirigida por el decano Manuel García Morente, que tenía la idea de crear una de las mejores facultades del mundo. Y de hecho, lo consiguió. El nivel de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid era notablemente alto, algo a lo que contribuía, sin duda, la presencia de eminentes intelectuales de la Edad de Plata entre el profesorado. La Facultad se dividía en cuatro secciones: Filosofía, Letras, Historia y Pedagogía. Entre los profesores que allí impartieron clase se encuentran José Ortega y Gasset, Xavier Zubiri, María Zambrano, Julián Besteiro, Ramón Menéndez Pidal, Américo Castro, Pedro Salinas, Jorge Guillén, Claudio Sánchez-Albornoz, Manuel Gómez-Moreno, Agustín Millares Carlo, María de Maeztu y tantos otros.
Las reformas de García Morente incluían cambios innovadores como la supresión de los exámenes por asignaturas, el establecimiento de la Licenciatura en Filología Francesa, la implicación de los estudiantes en la vida académica o responsabilizarlos del cuidado del edificio y su mobiliario.
En solo unos años, la Facultad logró un 40% de mujeres sobre el total de alumnos matriculados, una de las bibliotecas más importantes de España e iniciativas tales como intercambios de alumnos con el extranjero o un crucero por el Mediterráneo.
A todo este esplendor se puso fin en julio de 1936, cuando el ejército franquista intentó entrar en Madrid desde Ciudad Universitaria, apropiándose de la facultad de Arquitectura. Los republicanos, por su parte, se instalaron en la de Filosofía y Letras. En la exposición pudieron verse numerosos libros atravesados por balas, que los combatientes usaron como parapetos. Gran parte del edificio fue dañado, al igual que el resto del complejo universitario. Al finalizar la guerra, los avances que se habían conseguido en el terreno educativo se frenaron en seco, y hubo un retroceso cultural e intelectual. Muchos de los profesores partieron al exilio, y las mujeres que no habían logrado terminar su carrera tuvieron que hacerlo en el extranjero. Así murió un sueño.
En la exposición se pudieron contemplar numerosas curiosidades, como la reproducción de las aulas de la época, la voz de algunos de los profesores, una sección entera para Ortega y Gasset o la primera edición de “La voz a ti debida”, de Pedro Salinas. Junto al ejemplar, los apuntes de sus clases y una fotografía en la que aparece con un grupo de alumnas extranjeras, una de ellas la norteamericana Katherine Whitmore, con la que mantuvo un romance y que le inspiró para escribir su famosa trilogía amorosa.
En la construcción de la Universidad, hay que partir del estudiante, no del saber ni del profesor. La Universidad tiene que ser la proyección institucional del estudiante. (José Ortega y Gasset)
Hay que salir a alta mar y con la colaboración de todos crear una Facultad de Filosofía y Letras que pueda parangonarse con las más ilustres y respetadas del mundo. Tengo el convencimiento pleno de que así ha de ser. (Manuel García Morente)