La Franja de Gaza es, desde hace hoy diecinueve días, el escenario de un genocidio sin precedentes, de una ofensiva militar totalmente indiscriminada y de un colosal atentado contra los derechos humanos y contra la dignidad, la libertad y la vida de las personas. Sin duda, uno de los peores capítulos de una de las guerras más antiguas y sangrientas de la historia.
La causa aparente del inicio de la ofensiva israelí fue el lanzamiento de cohetes kasam desde Gaza, de fabricación casera, que mataron a cuatro israelíes. El lanzamiento de estos cohetes es una práctica habitual por parte de los combatientes palestinos, lo que nos da una idea del potencial armamentístico de las milicias de la Franja. No obstante, detrás de este acontecimiento, que no es si no una excusa para justificar los ataques, se esconden los verdaderos intereses del conflicto: derrocar la hegemonía de Hamás en Gaza, la organización integrista que controla la región palestina. Los dirigentes de Hamás, abiertamente opuestos al Estado israelí, suponen una pequeña molestia para Olmert y su gobierno, y a la hora de bombardear e invadir el territorio de los palestinos y mostrar el poderío militar de Israel, cualquier excusa, por mínima que sea, es suficiente. Y no es que considere la muerte de cuatro personas un hecho poco relevante. Es solo que comparando ese número con el de combatientes palestinos que morían cada mes antes de que estallara esta ofensiva, resulta insignificante. Y digo antes de la ofensiva, porque comparar dicha cifra con el número de muertos palestinos en estos diecinueve días de ataques sobre Gaza me parece insultante.
Los muertos se cifran ya en más de mil, de los cuales más de cuatrocientos son niños. La mitad de las víctimas son civiles. Estos datos dicen mucho del respeto del gobierno israelí no ya por los derechos humanos en su conjunto, sino por el derecho más básico de todos: la vida de las personas inocentes, por no hablar de la dignidad de un pueblo que ha sido masacrado, robado y humillado desde la creación del Estado israelí.
Otra de las cuestiones más graves de este asunto es el apoyo a la ofensiva por parte de la opinión pública israelí y de la comunidad judía internacional. Que Olmert y su cuadrilla de asesinos digan que los ataques cesarán cuando ellos crean conveniente no es nada por lo que escandalizarse, pero sí lo es oír a un joven israelí con mujer e hijos decir que se lo merecían. Estamos ante el más absoluto desprecio e indiferencia por el sufrimiento del pueblo palestino, que ni siquiera puede recibir ayuda de otros países debido a las restricciones de las autoridades israelíes. Y el hecho de ver una manifestación multitudinaria en Londres a favor de Israel nos da una clara pista del camino que siguen la solidaridad y el respeto por los derechos humanos en el mundo.
Por todo esto, exigimos el inmediato cese de las matanzas israelíes en Gaza y, si no es así, la intervención activa de la comunidad internacional (un tanto ajena al asunto estos días) en la consecución de un alto el fuego duradero. Y aún vamos más allá: queremos justicia. Justicia para el pueblo palestino. Y eso significa detener el abuso israelí y juzgar a todos los cerebros y ejecutores de las masacres por crímenes de guerra, si bien es algo muy difícil teniendo en cuenta que el país más poderoso del mundo lleva años alimentando esa guerra en la sombra. Justicia y paz.
PALESTINA LIBRE.
La causa aparente del inicio de la ofensiva israelí fue el lanzamiento de cohetes kasam desde Gaza, de fabricación casera, que mataron a cuatro israelíes. El lanzamiento de estos cohetes es una práctica habitual por parte de los combatientes palestinos, lo que nos da una idea del potencial armamentístico de las milicias de la Franja. No obstante, detrás de este acontecimiento, que no es si no una excusa para justificar los ataques, se esconden los verdaderos intereses del conflicto: derrocar la hegemonía de Hamás en Gaza, la organización integrista que controla la región palestina. Los dirigentes de Hamás, abiertamente opuestos al Estado israelí, suponen una pequeña molestia para Olmert y su gobierno, y a la hora de bombardear e invadir el territorio de los palestinos y mostrar el poderío militar de Israel, cualquier excusa, por mínima que sea, es suficiente. Y no es que considere la muerte de cuatro personas un hecho poco relevante. Es solo que comparando ese número con el de combatientes palestinos que morían cada mes antes de que estallara esta ofensiva, resulta insignificante. Y digo antes de la ofensiva, porque comparar dicha cifra con el número de muertos palestinos en estos diecinueve días de ataques sobre Gaza me parece insultante.
Los muertos se cifran ya en más de mil, de los cuales más de cuatrocientos son niños. La mitad de las víctimas son civiles. Estos datos dicen mucho del respeto del gobierno israelí no ya por los derechos humanos en su conjunto, sino por el derecho más básico de todos: la vida de las personas inocentes, por no hablar de la dignidad de un pueblo que ha sido masacrado, robado y humillado desde la creación del Estado israelí.
Otra de las cuestiones más graves de este asunto es el apoyo a la ofensiva por parte de la opinión pública israelí y de la comunidad judía internacional. Que Olmert y su cuadrilla de asesinos digan que los ataques cesarán cuando ellos crean conveniente no es nada por lo que escandalizarse, pero sí lo es oír a un joven israelí con mujer e hijos decir que se lo merecían. Estamos ante el más absoluto desprecio e indiferencia por el sufrimiento del pueblo palestino, que ni siquiera puede recibir ayuda de otros países debido a las restricciones de las autoridades israelíes. Y el hecho de ver una manifestación multitudinaria en Londres a favor de Israel nos da una clara pista del camino que siguen la solidaridad y el respeto por los derechos humanos en el mundo.
Por todo esto, exigimos el inmediato cese de las matanzas israelíes en Gaza y, si no es así, la intervención activa de la comunidad internacional (un tanto ajena al asunto estos días) en la consecución de un alto el fuego duradero. Y aún vamos más allá: queremos justicia. Justicia para el pueblo palestino. Y eso significa detener el abuso israelí y juzgar a todos los cerebros y ejecutores de las masacres por crímenes de guerra, si bien es algo muy difícil teniendo en cuenta que el país más poderoso del mundo lleva años alimentando esa guerra en la sombra. Justicia y paz.
PALESTINA LIBRE.
5 comentarios:
Hoy Israel ha bombardeo la sede de la agencia de la ONU para los Refugiados (UNRWA), un hospital de la Media Luna Roja Palestina y una sede de la prensa internacional.
A eso se le suele llamar "crímen de guerra" y violación de los derechos humanos. Si el conflicto fuera en cualquier otro país, los cascos azules de la ONU, la OTAN y el conjunto de los pueblos que dicen luchar por la libertad ya estarían allí pacificando la zona.
Pero no...No interesa. Interesa más dar la espalda al "asuntillo" y dejar que Israel siga masacrando y humillando.
¿Cuántos días más va a durar esto? ¿Hasta que no quede un alma ni una casa en pie en Gaza?
Terrorismo de estado consentido, creo que el mundo ha dado un gran paso hacia atrás. A ver si alguien para esto de una vez.
Creo que es un error manifestarse contra Israel. Es como manifestarse contra los vascos.
La guerra es así, y hasta muchos palestinos defienden la guerra.
Hace falta un protectorado internacional. ¡Basta de lavarse las manos!
Los gobiernos se quedan igual; dejan que haya repulsas en la calle pero poco más. Y España le vende armamento al gobierno israelí mientras, oficialmente, se critica la actuación de ese gobierno. ¡Ya está bien de hipocresía!
Hay que manifestarse en contra de todas las guerras, no solo la de un país.
¿Hipocresía del gobierno español? Sinceramente, no lo creo, y no estoy al tanto de que Zapatero venda ningún tipo de armamento a Israel.
Tampoco creo que sea ningún error manifestarse contra un estado que desde la II Guerra Mundial ha mostrado al mundo su imagen de víctima del Holocausto, y que ahora se está poniendo al nivel de los nazis. Aun así, siempre habrá gente que defienda a Israel, y esto es lo absolutamente incomprensible.
No podemos quedarnos con los brazos cruzados, a pesar de que "la guerra sea así" y que unas simples palabras o manifestaciones nada puedan contra el poder de la violencia. Por supuesto que me manifiesto en contra de todas las guerras, pero actualmente la mayor tragedia se encuentra en la franja de Gaza, y es allí donde se concentrará mi rechazo a la violencia y a la masacre humana.
No sé qué palestinos serán los que defiendan la guerra, pero podría afirmar que desde luego no aquellos que mueren a diario: la población civil inocente que ha visto su vida destrozada.
Estoy absolutamente de acuerdo con el artículo de Juan, y yo tampoco voy a callarme, a pesar de que mis palabras puedan tener un escaso eco en el mundo.
"Quisiera poner el hombro y pongo palabras que casi siempre acaban en nada cuando se enfrentan al ancho mar" (Blas de Otero)
Estamos ante una situación bastante delicada. Es cierto que hay guerras en otros países y el ser humano parece haber perdido la cordura. Mata agente inocente por unos intereses sean cuales sean, pero también es cierto que la ayuda de muchos gobiernos no llega nunca. Se tiende a pasar la mano y encima como dice Polo, hay demasiada hipocresía.
Por cierto, Marina. España si vende armas a Israel, echa un ojo a esta noticia.
http://www.publico.es/internacional/189676/espana/vendio/armas/tel/aviv/seis/meses
Saludos
Qué terrible... El mundo tiene cosas geniales y cosas espantosas. Es la dualidad.
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