viernes, 5 de septiembre de 2008

Solos frente al abismo


A unas semanas del inevitable fin del paradisíaco verano, la realidad nos golpea con crudeza los sentidos. Los agobios, las prisas, las indecisiones y las melancolías revestidas de dorados otoñales se suceden sin concedernos una posible tregua. Los niños y adolescentes regresan a la monótona tristeza del colegio o del instituto, levemente sosegada por la momentánea felicidad que supone el reencuentro con los compañeros –aunque esto no podemos aplicarlo en todos los casos-.

Sin embargo, los universitarios se enfrentan a un mayor trago: las prematrículas, las optativas, las asignaturas de libre elección. Todo irrumpe repentinamente, ejerciendo un factor sorpresa para la mayoría. Poniendo el ejemplo de la Universidad Carlos III de Madrid, concretamente en lo que afecta a los alumnos que comenzarán el 2º curso de Periodismo, resulta altamente reprobable el hecho de que no haya existido una información previa durante el curso anterior, o al menos durante los últimos meses. La información se propaga mediante el clásico boca a boca: alguien se entera de que, además de las 24 horas semanales de asignaturas comunes, es obligatorio reunir 18 créditos de asignaturas de libre elección, lo que corresponde a tres asignaturas repartidas durante dos cuatrimestres. Por tanto, nos encontramos con 32 horas de asistencia a clase semanales, llegando algunos días a encontrarnos con 11 horas seguidas y entre ellas, solo una de descanso para la comida. Ciertamente, resulta casi inhumano que de las 24 horas que tiene un día haya que pasar la mitad de ellas en la universidad, como si el trabajo del estudiante no fuera más duro que otro cualquiera.

Pero dejando aparte consideraciones de esta índole, lo que me gustaría señalar es la total desorientación a la que se han de enfrentar tantos y tantos estudiantes a los que les asaltan serias dudas sobre el modo de realizar las prematrículas en las asignaturas de libre elección, la forma en que han de repartir los créditos a lo largo de la carrera, el número máximo de plazas en una asignatura… Sobreviene inevitablemente el agobio, y se suceden las visitas a la secretaría de alumnos de la Facultad de Ciencias de la Información de la Carlos III (fotografía de arriba), pero… ¡sorpresa! Hasta el 15 de septiembre, la secretaría solo abre por la mañana. Y las plazas en las asignaturas son limitadas. Aun así, por la mañana se encargan de atender las vitales dudas unos becarios que cada dos por tres tienen que disculparse para pedir ayuda a otros cargos superiores; unos becarios que destilan desconocimiento por cada poro de su piel. Y la inseguridad de los estudiantes se acrecienta: no hay nadie que les explique claramente la situación. La respuesta es siempre la misma: recurre a Internet, allí se ofrece toda la información. Pero por desgracia, Internet es un programa informático sin conciencia y sin humanidad, incapacitado para aclarar las serias dudas que corroen los nervios de los universitarios. así pues, quedan tres soluciones: o fiarse del consejo de un compañero de estudios, o tener fe en tu propio instinto o perder los nervios y rendirse, lo cual desgraciadamente ocurre con demasiada frecuencia.

La situación es absolutamente indignante. Por una parte, ni una carta ni un correo electrónico para explicar la necesidad de cursar 18 créditos de asignaturas de libre elección. Por otra, la incapacidad para ayudar a los futuros alumnos a realizar la prematrícula, a lo que hay que añadirle el abandono de esta tarea a Internet, un programa informático deshumanizado. El estudiante se encuentra, pues; solo ante el abismo, sumido en un desamparo del que tendrá que salir por sus propios medios. Y el final del verano resulta aún más asfixiante de lo que esperaba.

Desde aquí, exigimos una mayor atención a los estudiantes en las universidades, más información y más ayuda. Quizá quede resumido todo con una palabra: comprensión.

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