"La Navidad no es una fecha... Es un estado de la mente".
Un año más las calles se llenan de luces de colores, vuelven la lotería y las especialidades Ferrero -¡ah, no! ¡Si llevan a la venta desde el verano!- y gigantescos Papás Noeles “adornan” los balcones y terrazas de las casas en estas señaladas fechas.
Pero ¿qué fechas son estas? Ya, estamos en Navidad, aunque seguro que la Navidad no tiene el mismo significado para todo el mundo: hay quien dice que estas fiestas son puramente religiosas (los más meapilas), y que solo deberían celebrarlas aquellos que van a misa los domingos y siguen la doctrina de la fe cristiana (“Y tú, ¿por qué tienes Reyes? ¡Si no eres creyente!”); otros sostienen que la Navidad es una época para pasarla en familia y solidarizarse por unos días con todos los males e injusticias que asolan a nuestra sociedad (lo llaman espíritu navideño); también hay gente para la cual estas fechas significan juerga permanente, elegantes trajes, adornos desmesurados y el feroz consumismo de las llamadas “compras de Navidad”; y otros simplemente afirman no sentir nada especial por la Navidad. Quienes sostienen esto último mienten, o al menos no son del todo sinceros, pues, en el fondo, estas fechas significan algo para todos, puede ser un sentimiento más o menos intenso, de alegría, de nostalgia, de soledad, de cariño… pero un sentimiento al fin y al cabo.
Para mí, la Navidad es una época especial, y no porque me guste estar con la familia, ya que siempre me agrada disfrutar de su compañía; no porque me acuerde de todos los desamparados de este mundo, pues creo que la solidaridad no está reñida con la época del año en la que uno se encuentra; no por los regalos, por las cenas, por los adornos, no. Y mucho menos por la cristiana hipocresía que a muchos asalta en estas fechas. Nada de eso. Tal vez en un principio esta fiesta tuviera un significado religioso, pero hoy día poca gente reza más a su dios que en otras fechas cualesquiera. Para mí la Navidad es una época en la que te das cuenta de la gente que te quiere, y te sientes afortunado por ello, y disfrutas de la compañía de tus seres queridos, y reflexionas sobre lo que has hecho bien ese año, y sobre lo que tienes que mejorar para el próximo. Y si esto es así para los demás también, ¿por qué no hacer que sea Navidad todo el año? Y no me refiero a engalanar Preciados, Sol y alrededores de luces y guirnaldas, sino al fondo de la cuestión: el espíritu navideño.
Pero la triste verdad es que, aun en Navidad, el mundo es igual que siempre: los ricos siguen siendo ricos, los pobres siguen siendo pobres, las guerras siguen siendo guerras, y los abusos de poder e injusticias sociales siguen siendo… eso, abusos e injusticias. Y todo esto a pesar de ese espíritu navideño que a todos nos invade y que nos hace más buenos, más justos, más cariñosos…
Con el tiempo la Navidad se convertirá en un mero negocio, pero eso sí, muy rentable, y una alegre fecha para las arcas de las grandes empresas y de los grandes almacenes. Y eso es porque en este mundo todo tiene precio… Incluso el espíritu navideño.
Quiero no obstante mandar un saludo y un fuerte abrazo a la gente que no ha perdido el verdadero espíritu navideño, el cual debería vivir en todos nosotros durante todo el año. Y a los demás… pues también. Aunque se hayan vendido a Babylon, ¡qué demonios, es Navidad! A todos unas felices fiestas y un próspero año nuevo, y esperemos que el próximo lo sea realmente para todos los ciudadanos del mundo, algo desgraciadamente utópico, pero por lo que vale la pena luchar.
Un año más las calles se llenan de luces de colores, vuelven la lotería y las especialidades Ferrero -¡ah, no! ¡Si llevan a la venta desde el verano!- y gigantescos Papás Noeles “adornan” los balcones y terrazas de las casas en estas señaladas fechas.
Pero ¿qué fechas son estas? Ya, estamos en Navidad, aunque seguro que la Navidad no tiene el mismo significado para todo el mundo: hay quien dice que estas fiestas son puramente religiosas (los más meapilas), y que solo deberían celebrarlas aquellos que van a misa los domingos y siguen la doctrina de la fe cristiana (“Y tú, ¿por qué tienes Reyes? ¡Si no eres creyente!”); otros sostienen que la Navidad es una época para pasarla en familia y solidarizarse por unos días con todos los males e injusticias que asolan a nuestra sociedad (lo llaman espíritu navideño); también hay gente para la cual estas fechas significan juerga permanente, elegantes trajes, adornos desmesurados y el feroz consumismo de las llamadas “compras de Navidad”; y otros simplemente afirman no sentir nada especial por la Navidad. Quienes sostienen esto último mienten, o al menos no son del todo sinceros, pues, en el fondo, estas fechas significan algo para todos, puede ser un sentimiento más o menos intenso, de alegría, de nostalgia, de soledad, de cariño… pero un sentimiento al fin y al cabo.
Para mí, la Navidad es una época especial, y no porque me guste estar con la familia, ya que siempre me agrada disfrutar de su compañía; no porque me acuerde de todos los desamparados de este mundo, pues creo que la solidaridad no está reñida con la época del año en la que uno se encuentra; no por los regalos, por las cenas, por los adornos, no. Y mucho menos por la cristiana hipocresía que a muchos asalta en estas fechas. Nada de eso. Tal vez en un principio esta fiesta tuviera un significado religioso, pero hoy día poca gente reza más a su dios que en otras fechas cualesquiera. Para mí la Navidad es una época en la que te das cuenta de la gente que te quiere, y te sientes afortunado por ello, y disfrutas de la compañía de tus seres queridos, y reflexionas sobre lo que has hecho bien ese año, y sobre lo que tienes que mejorar para el próximo. Y si esto es así para los demás también, ¿por qué no hacer que sea Navidad todo el año? Y no me refiero a engalanar Preciados, Sol y alrededores de luces y guirnaldas, sino al fondo de la cuestión: el espíritu navideño.
Pero la triste verdad es que, aun en Navidad, el mundo es igual que siempre: los ricos siguen siendo ricos, los pobres siguen siendo pobres, las guerras siguen siendo guerras, y los abusos de poder e injusticias sociales siguen siendo… eso, abusos e injusticias. Y todo esto a pesar de ese espíritu navideño que a todos nos invade y que nos hace más buenos, más justos, más cariñosos…
Con el tiempo la Navidad se convertirá en un mero negocio, pero eso sí, muy rentable, y una alegre fecha para las arcas de las grandes empresas y de los grandes almacenes. Y eso es porque en este mundo todo tiene precio… Incluso el espíritu navideño.
Quiero no obstante mandar un saludo y un fuerte abrazo a la gente que no ha perdido el verdadero espíritu navideño, el cual debería vivir en todos nosotros durante todo el año. Y a los demás… pues también. Aunque se hayan vendido a Babylon, ¡qué demonios, es Navidad! A todos unas felices fiestas y un próspero año nuevo, y esperemos que el próximo lo sea realmente para todos los ciudadanos del mundo, algo desgraciadamente utópico, pero por lo que vale la pena luchar.